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lunes, 28 de abril de 2014

Conoce tu cuerpo, aprende a quererlo

Ante la  cultura en la que nos encontramos, resulta complicado que no tengamos algún tipo de complejo corporal, debido a lo que nos venden como belleza. Acostumbramos a ver cómo las personas que más atraen, resultan más admiradas y apreciadas, tienen cuerpos que cumplen con unas medidas estipuladas, por un mundo, que sin duda, nosotros hemos creado.

Estas personas que cuentan con unas medidas simétricas  en sus cuerpos, propias de lo que entendemos hoy día como belleza, no son más que ilusiones volátiles, que no perduran en la realidad del paso del tiempo.
  
Seguir esas tendencias corporales puede resultar peligroso, no todos contamos con la misma constitución y metabolismo para cumplir con los estándares existentes socialmente.

Muchos jóvenes son víctimas de ello, sin entrar en el tema de la anorexia, bulimia, o el trastorno dismórfico corporal, me dirijo hacia la tentativa de tomar consciencia sobre la belleza que nuestro cuerpo tiene, por hechos propiamente naturales, todas las personas somos bellas, y resultamos aún más bellos cuando tenemos el valor de descubrirlo y mostrarlo ante los demás, sin complejos ni molestos pensamientos sobre imperfecciones que no queremos aceptar.

Hacer ejercicio y tener una nutrición saludable siempre va ayudar a que nos encontremos mejor tanto física como mentalmente “mens sana in corpore sano“.  Aún así, dentro de nuestras limitaciones genéticas, para llegar al reconocimiento sobre la propia belleza corporal (hablando siempre desde un cuerpo  que no ponga en peligro nuestra salud física),  hay que dedicarse un tiempo para sí para aceptar lo que la naturaleza nos ha proporcionado. Es una belleza en bruto la cual es necesario descubrir, dedicándonos tiempo y amor.


 Ama tu cuerpo y descubre cómo

Observa tu cuerpo. Ponte ante un espejo, ve dirigiendo tu mirada desde arriba, hacia abajo, lentamente, observando tu pelo, tu rostro, cuello, etc. Ve recorriendo todo tu cuerpo con la mirada intentando percibir su particular composición artística, fíjate en la forma de tu cara, en tus ojos, las pestañas, la boca y orejas, viendo en detalle  todo lo que te hace un ser único y hermoso. Observa la longitud de tus brazos, la prolongación de tu cuello y cómo se estructura la composición armónica de tu cuerpo.

No a la crítica corporal. Cuando tengas algún pensamiento negativo sobre una parte de tu cuerpo, tómate un tiempo para apreciar su función y la necesidad de que esté ahí, tanto biológicamente, como para el apoyo a otras estructuras afines. Por ejemplo, si ves tus brazos flácidos, agradece tenerlos, pues piensa que te sirven para abrazar, levantar peso, y un sinfín de cosas para tu vida diaria. Préstale atención y otórgale la importancia que tiene a aquello que no te gusta, aprenderás así a valorarlo y quererlo tal cual es.

Aprecia cada parte de tí. Al recorrer cada una de las partes de tu cuerpo, admira y agradece las formas sensuales de tus pechos, muslos y hombros. Las suaves curvas que conforman tus caderas, el vientre y tus gluteos. El recorrido liso y firme de tu espalda hacia la longitud de tus piernas. Encuentra algo agradable que decir sobre cada una de las partes de tu cuerpo, aprendiendo a quererlo y admirarlo ante toda su hermosura.
  
Con esto, sé capaz de reflexionar sobre toda la hermosura que recorre cada parte de tu piel, si aprendes a amar tu cuerpo, descubrirás la singular belleza que lo hace único, de esta forma podrás abrirte más comodamente a la experiencia de sentirlo deseado y apreciado tal como es. Esta experiencia sirve también para llegar a sentir más placer, debido a que un cuerpo criticado y juzgado le resulta más complicado abrirse al placer, que un cuerpo amado y apreciado.

Descubrir tus zonas erógenas comienza por el reconocimiento positivo hacia tu cuerpo, explorar sus posibilidades, darte un tiempo sin interrupciones, en privado, para recorrer todos esos puntos con los que te encuentras agusto acariciándolos y estimulándolos. Tomando consciencia de aquello que te reconforta. Ya  no dudaras en guiar a tu pareja y en proponerle que vaya descubriendo lo mucho que amas a tu cuerpo, y todo el placer que puede llegarte a proporcionar cuando lo conoces.

  
 Bibliografía: Mantak Chia, Maneewan Chia. (2008). La pareja multi-orgásmica. Ed: Neo Peson.

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