Canciones

viernes, 23 de mayo de 2014

Conductas autoagresivas

La agresividad es una de las conductas más importantes e instintivas de la especie humana. Tanto es así que podríamos considerarla una de las motivaciones o instintos primarios.

En concreto, la conducta autoagresiva es todo aquel impulso,  voluntad o acto cometido de hacerse daño físico a uno mismo o incluso de provocarse la muerte. Las conductas autoagresivas son las más devastadoras de las exhibidas por las personas. Además, la agresividad en los seres humanos sigue una pauta mucho más compleja que en los animales.

Podríamos dividir las conductas autoagresivas en conductas autolesivas y conductas suicidas.

En las personas depresivas, se pueden observar conductas con importantes lesiones corporales, cuya motivación casi siempre es expiar supuestas culpas.

También es bastante común esta conducta en pacientes esquizofrénicos, en los que se ha llegado a observar como llegan a arrancarse un globo ocular o seccionarse varios dedos e incluso una extremidad.
Otro trastorno asociado a la conducta autoagresiva, es el trastorno límite de personalidad, dónde se observan con bastante asiduidad marcas de cortes o golpes con motivo de descargar su tensión acumulada o incluso como forma de culpabilizar a otros de sus problemas y ante una profunda desesperación.

El llamado síndrome de Münchausen (patomimesis o trastorno facticio por su carácter irreal o ausencia de trastorno comprobable), es un trastorno por el cual los que lo padecen se producen daño físico con el fin de ser atendidos y cuidados en un hospital.

En el llamado síndrome de Lesch-Nyham, que acusa un gran retraso mental por alteración cromosómica, son comunes las mordeduras de lengua, manos y brazos entre los pacientes que lo sufren.

La conocida como catatonía agitada, se caracteriza por golpes brutales contra las paredes y los muebles con el único motivo de autodestruirse cuanto antes.
En cuanto al suicidio como conducta impulsiva y voluntaria podemos decir:

En las tentativas de suicidio se deben incluir todas aquellas conductas o casos de suicidio fallido, independientemente de que el fallo se deba por métodos inadecuados, por otra persona o por intervención médica o psicológica.

El acto suicida como tal, incluye los suicidios consumados, los frustrados y las meras tentativas. Se pueden distinguir tres tipos de actos suicidas: el acto cortocircuito (una reacción de fuga ante una situación o emoción muy desagradable), el suicidio balance (cuando una persona, a pesar de sus esfuerzos continuados, cae en una situación económica y/o social, en que la vida ya no tiene valor para él y no obtiene ningún tipo de satisfacción) y el acto teatral o demostrativo (promovido por un deseo de venganza o de notoriedad).

Por último, destacar el suicidio colectivo o ampliado, conducta bastante infrecuente entre la población.
Podríamos añadir, que en dichas conductas siempre intervienen ciertas tendencias a atribuir internamente muchos de los problemas padecidos, así como estresores crónicos y disonancias entre las expectativas y la realidad. Se suma, además, un pensamiento a corto plazo muy rígido e inestable, y muy extremo en cuanto a negativismo se refiere. Por tanto, estas personas buscan una huida de sí, evitar o escapar a una consciencia de sí mismos y del contexto que los rodea.

Para finalizar, cabe destacar, que el suicidio patológico se produce por orden de frecuencia en depresivos, alcohólicos, esquizofrénicos, epilépticos y personalidades histriónicas o borderline (límites).


Bibliografía:

http://psiqueviva.com/author/lp468/
Pedro J. Mesa, Juan F. Rodríguez Testal. (2007) Manual de Psicopatología General. Ed: Pirámide
Cohen, R. V. (2003). Convivir con el suicidio. Revista del Hospital General de Agudos J. M. Ramos Mejía, 7 (2), Extraído el 8 de septiembre de 2012, de

Documento: Convivir con el suicidio

No hay comentarios:

Publicar un comentario