Durante muchos años los neurocientíficos pensaron que la
lectura estaba exclusivamente relacionada con las zonas clásicas para procesar
el lenguaje: el área de Broca y de Wernicke. Sin embargo, hace muy poco hemos
descubierto que leer es una experiencia mucho más compleja que involucra otras
áreas del cerebro. Esto sugiere que para muchas personas la lectura es una
experiencia particularmente vívida.
Usando las técnicas de neuroimagen funcional se ha podido
descubrir que palabras como “lavanda”, “canela” y “jabón” no solo despiertan
una activación de las áreas relacionadas con el procesamiento del lenguaje sino
también de las zonas vinculadas a los aromas.
En un estudio realizado en el año 2006 se le pidió a las
personas que leyeran una serie de palabras asociadas a aromas fuertes y otra
serie de palabras neutrales. Mientras tanto, sus cerebros eran escaneados. Lo
curioso fue que cuando los participantes leyeron palabras como “café” y
“perfume” su córtex olfatorio se activó pero permaneció inalterable ante
palabras como “silla” y “llave”.
Cuando las metáforas cobran vida
Aún ante estas evidencias, los neurocientíficos se mantenían
en sus trece y continuaban afirmando que existían algunas metáforas tan comunes
en el lenguaje popular (como por ejemplo, “un día duro”) que no despertaban
ninguna activación particular en nuestro cerebro.
Sin embargo, en un estudio realizado en la Universidad de
Emory se pudo apreciar un fenómeno muy curioso: cuando las personas leen
metáforas que incluyen referencias a texturas, se activa el córtex sensorial.
En práctica, metáforas como: “el cantante tiene una voz de
terciopelo” o “tenía manos curtidas por el trabajo”, despertaban las zonas de
nuestro cerebro relacionadas con las sensaciones táctiles.
Otros descubrimientos
Estas investigaciones han motivado una serie de
experimentos. Así, se ha podido descubrir que las palabras que se utilizan para
describir los movimientos estimula las regiones del córtex motor. Incluso, se
ha apreciado que se activan específicamente aquellas zonas relacionadas con el
movimiento que se describe en la lectura.
Esto implica que nuestro cerebro no realiza una distinción
tan importante como podríamos pensar entre la realidad y la ficción. Cuando el
texto que leemos está lleno de adjetivos, ofrece descripciones muy precisas y
posee numerosas metáforas, nuestro cerebro se estimula y esto nos hace vivir
una experiencia de lectura mucho más gratificante. En práctica, sería como
entrar en un mundo de realidad virtual.
Pero probablemente el resultado más interesante de todos se
realizó en el 2009. Según esta investigación, las personas que suelen leer
novelas de ficción se muestran más comprensivas y empáticas con las otras
personas. Los investigadores piensan que esto se deba al hecho de que han
desarrollado a través de la lectura una habilidad especial para ponerse en el
lugar del otro y adoptar sus perspectivas, justo como lo hace con los
personajes de ficción.
Fuentes:
Lacey, S.
et. Al. (2012) Metaphorically feeling: comprehending textural metaphors
activates somatosensory cortex. Brain Languaje; 120(3): 416-421.
Mar, R. A;
Oatley, K. & Peterson, J. B. (2009) Exploring the link between reading
fiction and empathy: Ruling out individual differences and examining outcomes. Communications;
34: 407-428.
Molnar-Szakacs, I. et Al. (2006) Observing Complex Action Sequences: The Role of The
Fronto-Parietal Mirror Neuron System. NeuroImage; 33: 923-935.
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